Una niña juega libremente en una noche en la que se respira paz y calma. Las estrellas brillan y todo a su alrededor parece transformarse para dar paso a un mundo mágico que ella misma crea . Es el reflejo de la niña que llevamos dentro, nuestra doncella mágica…
Aquella que se queda encantada mirando las estrellas, la que se divierte jugando, en la sencillez, en el momento presente, es el despertar de nuestra curiosidad y espontaneidad que muchas veces se queda olvidado o reprimido en la adustez con las cargas y responsabilidades de la vida diaria.